martes, 28 de agosto de 2007
Cambio de tercio
Mi internado en un colegio de monjas entre los once y los catorce años y otras lecturas más provechosas, me dieron la certeza de que entre el exceso de pulcritud y la enajenación mental hay un estrecho vínculo. Por eso esta mañana cuando, sentada en mi acicalado váter, intentaba despabilarme y observé la pila de estropajos rodeada de una botella de lejía y tres distinguidas marcas de abrillantador, decidí que era el momento de hacer las maletas
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