
En mayo de 2007 el gobierno de Polonia dirigido por los gemelos Kaczynski superó una crisis que parecía poder poner en tela de juicio su liderazgo. Una vez culminada y alcanzada la solución, parecía perfilarse una situación entonces, de precario equilibrio entre la opinión pública polaca y la mundial. Pero finalmente la cordura se impuso y vimos con alivio como a nivel global obtuvimos un beneficio comparable al descubrimiento de la penicilina o la confirmación de que la ausencia de razonamiento científico de la época fue el causante del desconcierto en la lectura de los mitos bíblicos.
La sospecha de que la serie infantil “Los Teletubbies” fomentaban la homosexualidad, camuflada la artimaña entre las maniobras de ocultación y simultánea persecución de los famosos peluches de vivos colores, llevó a la Portavoz de los Derechos de los Niños, Ewa Sowinska, a iniciar una investigación en la que reconocidos expertos analizarían el aludido comportamiento, para adoptar consecuentemente las medidas para evitarlo.
Sowiskka encomendó a un grupo de psicólogos de su departamento el estudio del caso para dictaminar si la serie debía transmitirse por la televisión o no, una vez advertida de que el grupo de investigación norteamericano Apocalipsis Ciao sugiriera que el pequeño bolso de mujer con el que se ataviaba el Teletubbie Tinky-Winky, era una sutil manera de influir sobre el comportamiento de los niños. La propia Sowinska relató a la prensa que consideraba la actitud de Tinky-Winky como muy incómoda, ya que el muñeco no sabía que hacer con el bolso, “como si no lo necesitase”, añadió, arruinando su aura vanguardista labrada con ahínco, con una mueca de sospecha. Para regocijo de la curia catedralicia polaca, heredera de ese gran impulsor de las buenas costumbres y luchador en contra de los excesos, salvo los del boato, que fue el papa Wojtyla, se comenzó la investigación en la que, haciendo un gran esfuerzo pecuniario dada la precaria situación de las arcas polacas (pero todo esfuerzo es poco en la lucha contra la lujuria), se contó con las más preclaras mentes no solo del territorio báltico sino también del amigo americano, que en un derroche de munificencia patria, envió a una de sus más insignes mentes, en la persona del paleo-documentalista Diony TriVolta, notario fidedigno de la extraordinaria labor llevada a cabo por el grupo Pureza y Corrección Política en los medios: Marisleysis Vive!. Este Grupo persiste gracias a la estimable colaboración de famosos científicos de la Teoría del Croquis Perspicaz y su intendencia de documentalistas, que en varios alardes de artificio intelectual no sólo nos han proporcionado con notable maestría la más famosa lista[1] de obras poco recomendables para nuestra integridad moral, sino que han demostrado la hipocresía ética y sexual de muchos de los individuos que alcanzaron la gloria en el mundo académico y de esa cultura mal llamada de entretenimiento, que es el cine.
[1] Lista proporcionada en el Anexo I
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