
Querida mamá, lo he pensado muy detenidamente y después de pasar este caluroso mes con la familia de Pedro he decidido que lo mejor será que abandone todo plan de hacer el máster y comience a preparar unas oposiciones a la Administración. A cualquier Administración, no importa cuál, lo importante es hacer una buena elección. Te preguntarás qué me ha hecho cambiar de opinión, y es realmente interesante que en solo unos días (30 ni más ni menos) sea capaz de vislumbrar tan claramente mi futuro, y que éste coincida prácticamente con lo que tu siempre me has inculcado. Bueno, lo que quiero decir que creo que ahora te entiendo mejor de lo que nunca he podido, y todo gracias a una presencia milagrosa en mi vida, alguién que sin palabras me ha hecho descubrir todas esas grandes cosas de las que tu siempre me has hablado, LIBERTAD, IGUALDAD, INDEPENDENCIA ECONÓMICA, etc.
Pues esta presencia se hecho tangible en la persona de Merche (Merche, nunca te he hablado de Merche, pues es la prima de Pedro) que ha pasado estas vacaciones con nosotros en el piso de la playa de los padres de Pedro. Aquí se presentó, una presencia reconfortante en este ambiente más bien decayente (¡cuánto me recuerda a ti la madre de Pedro!, mi futura "mother in law"), con sus dos niños y su marido, siempre dispuesta a la conversación, a la salidas a deshora, a los baños a las 7 de la tarde, y con un apetito sano por todo aquello que la haga reir (bueno, tendrías que oir las cosas que les dice a los pintorescos pueblerinos, pero siempre con una sana inclinación por la mofa, mientras ellos la miran abstraídos sin entender una palabra de sus simpáticas puyas).
Merche trabaja en un Ministerio como administrativa, aunque ella es Licenciada en Filosofía y Letras, pero por sus palabras, a veces más por sus silencios, tan discreta es, me atrevería a decir que es ella la que lleva la voz cantante en ese Departamento de Nosequé, en el que está ubicado su puesto. Al principio lo pasó fatal, porque aunque entró de forma casual (algo que tiene que ver con una tía suya que trabajaba en una especie de Fundación llamada Sección Femenina, algo genérico supongo) se portaron fatal ya que le hacían unos contratitos, como ella los llama, algunos de los cuales ni siquiera han dejado constancia de su experiencia en el tema laboral que la ocupa. Pero, pronto esos contratitos, se convirtieron en contratos hasta que se convirtió en interina y pudo preparar sus oposiciones con total tranquilidad ya que tienen allí, en su Departamento digo, una salita, la salita verde, donde podía estudiar con total tranquilidad. Cuando me cuenta lo poco caritativa que puede llegar a ser la gente, molestándola constantemente con sus estúpidos problemas, mientras ella intentaba ganarse las lentejas, ¡es que me eneeeervo!. Y no creas que era gente de la casa, noooo..., gente que iba allí para realizar gestiones y que se mostraban como si fueran sus superiores, en fin, "el pueblo soberano" lo llama ella.
Finalmente, consiguió aprobar su oposición gracias a todas las horas echadas en aquel cuchitril, de donde salía agotada por las 7 horas de estudio, para después llegar a casa y aún encima tener que pelearse con la asistenta, que entre otras cosas comía de su comida, pero después no quería pintarle la cocina.
Pero las cosas, aunque no totalmente de su gusto, pero todo se andará, por fin están en un punto alto, ya que sigue en el mismo puesto en el que empezó y todo sin rebajarse a tratar con los estúpidos aparatos (ordenadores) que ahora mismo ocupan prácticamente toda la sala, y casi parte de la salita verde. Ella es de la vieja escuela, dice con orgullo, y ningún ordenador le va a complicar su vida.
Los martes y los jueves, llega a las 9,30 porque se turna con una amiga para llevar a los niños al colegio, que se encuentra en la otra punta de la ciudad, y los viernes se va a las 2 porque los niños llegan antes y quiere comer con ellos, por lo menos una vez a la semana. (Ahora ya no son tan niños y la mayoría de los viernes se quedan con sus amigos por el centro, pero ella se va igual, porque no quiere perderse esa antigua sensación de maternidad que tanto placer le ha proporcionado durante los últimos 10 años. ¿No es enternecedor?)
Merche siempre ha llevado a gala su condición de madre, y aunque nunca ha renunciado a su realización profesional, ha pasado mucho tiempo con los niños incluso en el trabajo, ya que cuando estos empezaban sus vacaciones, pasaban con ella todo el primer mes en el Ministerio con ella, haciendo sus deberes o pintando o lo que fuese, que para eso alli había material suficiente, pues ella, después de abastecerse en septiembre de folios y boligrafos suficientes para todo el curso, siempre dejaba algo allí para que los niños disfrutasen durante el mes de julio, antes de tomar ellas sus vacaciones.
Sin embargo hubo un tiempo en el que esto no fue así. Tuvo una Jefa de servicio durante unos años que no le consentía llevar a los niños (¡Algún día los podría llevar tu marido al trabajo!, le dijo, como si pudiera comparar su trabajo con el de su marido que es ingeniero en una empresa privada muy seria y eso iría en contra de toda norma)
Pero no hay mal que 100 años dure ni cuerpo que lo resista, y Doña Melindres (así llama ella a este elemento de Jefe) desapareció de su vida y del Ministerio, primero con una pequeña infección, que después se complicó con unas piedras en el riñón, y que finalmente se convirtió en una depresión de tal calibre, que la buena señora, ha pedido un traslado al Archivo que está en el sótano más lúgubre del edificio. Parece extrañamente feliz cuando se la encuentra, algo que Merchi identifica con una chispa de locura.
Además tiene tiempo para hacer la compra, que a veces el mismo tendero le sube a su planta del Ministerio, y puede controlar desde allí a la nueva asistenta, porque le han puesto (bueno lo ha exigido, por supuesto) un teléfono que no depende de la centralita con lo cual no tiene que dar explicaciones a nadie, que la gente es muy cotilla. Pero además le permite hablar con Alfonsi, su marido cuando está fuera de la ciudad, cosa que ocurre muy a menudo por su trabajo.
Y bueno, con todo esto espero que comprendas que lo mío no es seguir estudiando para convertirme en una amargada (perdona el epíteto, pero a veces tus reacciones son las de una mujer atormentada, y no te entiendo. Lo mismo le ocurre a la madre de Pedro cuando Merche y yo llegamos del paseo seminocturno, mientras ella prepara la cena. La diferencia es que ella no dice esas cosas tan desagradables en las que tu eres especialista. Solo mantiene ese pequeño rictus en su pequeña boca/sello y se va a la cama sin decirnos ni mu)
Estoy convenciendo a Pedro para que no dejemos pasar esta próxima Primavera para casarnos, que él ya no es tan joven, y yo quiero un padre menor de 30 años para mis hijos. La verdad es que a veces me parece que estoy cayendo un poco en el chantaje, porque reconozco que alguna mentirijilla le he contado, pero como no lo convenza en estos próximos meses estoy dispuesta incluso a quedarme embarazada, que lo de mantener rehenes, a veces es muy efectivo.